Copyright © 2000 - Julio Felipe Herrera Romero
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Las frescas mañanas de descanso estudiantil de finales de los 60's eran aires cada vez más inspiradores de poesías en San Juan del Cesar. En ese entonces Beto, Roberto y Efrén Calderón eran los pioneros de aquella dinastía que apenas nacía. Y al igual que sus hermanos Roberto era un romántico enamorado de las notas finas de una guitarra, razón por la cual un día no pudo evitar la carga emocional de su corazón hacia el instrumento y se fué para Maicao con algunos billetes arrugados, envueltos en un papelito de compras, para comprarse una. Cuando llegó a su casa pareciera que estuvieran recibiendo al estudiante que regresa para las vacaciones. Había una alegría inmensurable. Todos miraban la guitarra: Beto la cogía entre sus manos, Roberto la contemplaba, Efrén y Amilkar estaban maravillados. Desde ese día aquel instrumento los convirtió en artistas.
Roberto Calderón se caracterizó por un romance particular hacia su pueblo. En sus canciones se vislumbrava la necesidad de expresar el amor confundido entre las costumbres puras de su tierra. Y así ha continuado porque es un poeta de verdad. Cuando Roberto compone su primer tema, sabe que en su alma hay algo que lo hace componer: las calles rectas y arenosas de su pueblo, la horasca de los veranos de sonidos lejanos, la tarde de lluvia laegre, la cita amorosa del primer encuentro a solas, el ruido feliz de los zapatos nuevos en tardes de procesión, el olor sabroso del monte de lujuria, los callejones de juegos y peleas sanas, los pencazos de dolor y cariño de un padre trabajador... la costumbre de un pueblo provinciano con historia.

De ese amor y de las cosas sencillas de la vida, que tanto han inspirado a Roberto, nació el himno de San Juan del Cesar... esa luna coqueta y majestuosa de diciembre que lo iluminó y que enamora a los sanjuaneros con su luz embriagadora es la "Luna Sanjuanera", que con su sombra de papel se ha convertido, gracias a Roberto Calderón, en signo de nuestra tierra.

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"Ganó el Folclor".