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© 2000 - Julio Felipe Herrera Romero
Prensa:
Hermes Francisco Daza - Colaboradores: José Parody, Alvaro Alvarez
y Carlos M. Granadillo
Diseño, fotografía y programación: Julio Felipe Herrera
Romero
Bogotá, D.C. - Colombia / Sur América
Las
frescas mañanas de descanso estudiantil de finales de los 60's eran
aires cada vez más inspiradores de poesías en San Juan del Cesar.
En ese entonces Beto, Roberto y Efrén Calderón eran los pioneros
de aquella dinastía que apenas nacía. Y al igual que sus hermanos
Roberto era un romántico enamorado de las notas finas de una guitarra,
razón por la cual un día no pudo evitar la carga emocional de
su corazón hacia el instrumento y se fué para Maicao con algunos
billetes arrugados, envueltos en un papelito de compras, para comprarse una.
Cuando llegó a su casa pareciera que estuvieran recibiendo al estudiante
que regresa para las vacaciones. Había una alegría inmensurable.
Todos miraban la guitarra: Beto la cogía entre sus manos, Roberto la
contemplaba, Efrén y Amilkar estaban maravillados. Desde ese día
aquel instrumento los convirtió en artistas.
Roberto Calderón se caracterizó por un romance particular hacia
su pueblo. En sus canciones se vislumbrava la necesidad de expresar el amor
confundido entre las costumbres puras de su tierra. Y así ha continuado
porque es un poeta de verdad. Cuando Roberto compone su primer tema, sabe
que en su alma hay algo que lo hace componer: las calles rectas y arenosas
de su pueblo, la horasca de los veranos de sonidos lejanos, la tarde de lluvia
laegre, la cita amorosa del primer encuentro a solas, el ruido feliz de los
zapatos nuevos en tardes de procesión, el olor sabroso del monte de
lujuria, los callejones de juegos y peleas sanas, los pencazos de dolor y
cariño de un padre trabajador... la costumbre de un pueblo provinciano
con historia.
De ese amor y de las cosas sencillas de la vida, que tanto han inspirado a
Roberto, nació el himno de San Juan del Cesar... esa luna coqueta y
majestuosa de diciembre que lo iluminó y que enamora a los sanjuaneros
con su luz embriagadora es la "Luna
Sanjuanera", que con su sombra de papel se ha convertido, gracias
a Roberto Calderón, en signo de nuestra tierra.